sábado, 10 de agosto de 2013

Los bitus y yo

Hace unos días que por un problema que tiene en su hombro derecho, estoy llevando a Clau a la fisioterapeuta. No exagero, la estoy llevando.

Por cuestiones geográficas los especialistas y la atención sanitaria se reparten en distintos pueblos intentando generar una red que abarque a toda la población lo más equitativamente posible. Por eso tengo que llevarla. Ella no sabe manejar (conducir), ni quiere aprender, entonces ejerzo de chofer.

Tampoco es muy lejos, el pueblo está a 10 km de casa y al no haber colectivos (autobuses) tenemos que hacerlo con el coche.

No está mal. La dejo tempranito en el centro de salud y yo me voy a la orilla del río (todos los pueblos de por aquí tienen un río). Estaciono (aparco) el coche en algún lugar tranquilito. Mientras escucho la sinfonía exquisita de agua, pájaros, hojas meciéndose y algún que otro coche a lo lejos, saco mi ebook para leer y disfrutar.

Después de una hora y media me acerco a la puerta del lugar donde Clau siempre me está esperando con su cigarrillo en la mano que se apura en apagar ni bien me ve llegar.

En algún momento, después de relatarme como todos los días sus ejercicios y los dolores que le causa hacerlos, me cuenta que en el lugar hay unas paralelas para que la gente pueda rehabilitar.
Aquí yo, saludando en las paralelas del hospital con mis bitus


Automáticamente pensamos en los días en que yo las utilizaba en el hospital para hacer bipedestación.

La cosa es que preguntando a la fisioterapeuta y a mi médico de cabecera, terminé yo también yendo a la sesión. Saqué a relucir mis queridos bitutores (órtesis para fijación en las piernas). No los puedo usar en casa porque no tengo espacio para hacerlo.

De esta manera, después de casi 2 años de estar siempre sentado o acostado me encuentro otra vez mirando a la gente por encima de los hombros.

El tema de la bipedestación no es solo la posibilidad de estar de pie algún rato y ya está. Es bueno hacerlo para la circulación, la reducción de la espasticidad y unos cuantos etcéteras más.

Mientras María, la fisioterapeuta, recupera el maltrecho hombro de Clau yo me la paso dando saltitos de acá para allá como un gorrión excesivamente gordo para poder volar.

Se acabó el momento de la lectura matutina y tengo que pasar a la acción.