La primera mañana de hospitalización, ya duchadito y vestido
para encarar las pruebas del día, me visita Vicky la enfermera con dos
asistentes. Muy amablemente me las presenta como dos estudiantes haciendo
prácticas. Ellas iban a sacar sangre para la analítica. Automáticamente pensé
en Luli, mi hija menor. Ella está haciendo lo mismo en Buenos Aires. Estudia
enfermería y hacía un tiempo me contó que estaba de prácticas.
Les pregunté a las chicas cuántos años tenían y les conté
también que con Lucía compartían edad y vocación.
Entre charla y charla no encontraron la vena díscola y decidieron, con el visto
bueno de Vicky, sacarme sangre del dorso de la mano.
Una de las pruebas que me harían esa mañana era la de rayos.
Distintas posturas, recostado en una camilla. Placas inflando y desinflando la
vejiga con algún líquido que hizo de contraste. Y mientras tanto, yo les
comentaba entre otras cosas, lo raro que fue que se me rompieran 5 sondas
permanentes en este proceso de infección.
– “¿Cinco sondas has roto?” preguntó una de las técnicas. “Eso es muy raro”,
comentó la otra.
En ese momento hablaron entre las dos algo que no pude
escuchar muy bien. Y luego una dijo: - “Es que tienes una bonita piedra”
Ahí estaba la explicación. No sólo de la rotura de las
sondas permanentes sino también de la infección, de la sangre y el sedimento
que tenía en la orina.
Las chicas terminaron las pruebas y me dijeron que harían el
informe para que el doctor lo viera y decidiera.
Luego de los ensayos de la mañana, fui invitado por
Mariángeles (psicóloga) a compartir con un grupo de lesionados y familiares mi
experiencia en la rehabilitación y en la “nueva vida” de lesionado medular.
La rehabilitación fue un proceso importantísimo para mí. Y
me resulta significativo transmitir no sólo la experiencia en sí misma sino
además, aciertos y errores que noté. Errores propios y del entorno también.
El aspecto psicológico en la rehabilitación, tiene la
motivación de la readaptación sexual. En España (por lo menos en mi
experiencia) no es fácil para muchos entender a la psicología como parte de la
salud integral de la persona. El paciente asiste a estos talleres motivados por
una realidad tangible y los profesionales ayudan además, a la aceptación de la
realidad completa. De más está decir que dicha aceptación puede llegar a ser muy
compleja para muchos.
En lo que a mí respecta, siempre voy con muchas ganas a
aportar mi granito de arena.
Ese mismo día, a la tarde, tuve una sorpresa al salir de la
habitación para hacer un paseo con la e-bike por Toledo. Una chica estaba
preguntando por mí en el pasillo. Recordé que en algún momento Mariángeles me
preguntó si accedía a responder algunas preguntas para ayudar a una persona en
sus estudios. Le respondí que sí, por supuesto, pero yo ya lo había olvidado.
Entonces resultó una tarde muy agradable de charla con
María. Una fisioterapeuta que hasta hacía poco trabajaba en el hospital pero que ahora lo estaba haciendo como profesora en la universidad. Y esta charla, junto
con otras a otros lesionados, la ayudarían para su trabajo.
Al otro día, y a las puertas de una nueva y última prueba me
llamó un urólogo para hablar. Me preguntó cómo estaba y yo le conté todo. Hasta
lo de la piedra que habían hallado ayer.
–“Exactamente por
eso, no vamos a hacer este estudio hasta quitarla”
Mi ansiedad de querer hacerlo YA, se dio de cabeza con la
realidad. Hablando con su secretaria ésta me decía que la intervención sería en
enero y me explicó que utilizarían láser pero que debería haber
un preoperatorio y en total sería una semana de internación.
De todas formas el objetivo de la revisión estaba cumplido.
Ahora resta esperar y aguantar la infección hasta enero donde ya no le voy a
festejar ningún cumplemes más.