domingo, 19 de febrero de 2012

Una experiencia electroestimulante


Una mañana, a los pocos días de haber llegado a parapléjicos, entra en la habitación un muchacho muy delgado. Quería hablar conmigo. Lo hacía rápido y con una sonrisa constante. Me comentaba que por las características de mi lesión era idóneo para poder hacer un estudio sobre no sé qué cosas. Me invitaba a participar. Dejó un papel para que me interiorizase un poco más y se fue. Volvería dentro de unos días para saber mi respuesta.

A mi no me suponía ningún problema. La metodología sería la siguiente: una fisio vendría todos los días a ponerme unos aparatitos de electroestimulación en las dos piernas. Me harían unos estudios. Electroestimulación unos meses y los mismos estudios nuevamente para ver que evolución habría habido.

Averigüé un poco de qué iba la cosa. Yo me imaginaba que existía un departamento de investigación. Creía que sólo desarrollaban sobre células madre pero comencé a saber que la investigación abarca casi todos los aspectos de la lesión medular.
Desde la biomecánica y cualquier tipo de ayuda técnica hasta la posibilidad de la regeneración neuronal, que hasta el día de hoy es uno de los motivos del por qué no se puede restaurar una médula espinal lesionada.

Existe una línea denominada investigación básica y otra de investigación clínica. Dejé los links para descargar un dossier para el que quiera averiguar un poco más de qué se trata cada una.

El tema es que este muchacho me daba la posibilidad de aportar un poco, en este caso como objeto de estudio, al desarrollo de herramientas para tratar a los lesionados medulares.

Evidentemente no dudé en aceptar y me dispuse a prestar mis piernitas a la ciencia.

Estas son mis gambas electroestimuladas
Tal cual me había dicho, todos los días venía una fisio a la habitación a llenarme de electrodos en las piernas. Era necesario que yo estuviese recostado. Luego conectaba un aparatito que en períodos regulares me tiraba unas descargas que hacían mover los músculos de las piernas. Por supuesto que yo no sentía absolutamente nada. Tardaba más o menos unos 50 minutos la “sesión”. Este tiempo que duraba nos daba la posibilidad de charlar, hacer bromas, compartir la vida y reírnos con la fisio. Una chica espectacular con la que nos hicimos amigos.

Los estudios que debían hacerme consistían en resonancias magnéticas, estudios neurológicos y densitometrías.

Meses después, cuando terminaron las sesiones y los estudios, este muchacho que me invitó a participar me dio un informe escrito. Muy amablemente me comentó los resultados y me agradeció mucho mi participación. Además, me regaló un par de cajas de dulces típicos de la ciudad de Toledo.

No me costó nada. Conocí unas cuantas personas muy agradables. Me divertí mucho con alguna de ellas. Salí a pasear (las densitometrías no las hacían en el hospital). Disfruté de los dulces Toledanos y me sentí un poco mejor sabiendo que del alguna forma ayudaba a ayudar a gente lesionada como yo.

No fue el único estudio en el que participé. Ya les contaré en otro post la otra experiencia.

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