viernes, 30 de diciembre de 2011

La fe del rosal


Una noche, cuando ya concluía el verano, estábamos terminando la cena en el comedor. Éramos pocos. Había varios nuevos que venían de revisión y la conversación giraba a la exposición de nuestras lesiones y sus derivados. Alguno hablaba de lo tonta que había sido su lesión. Otro comentaba de lo bien que le había ido en todo este tiempo y los pasos que había dado. Cuando llegó mi turno comenté cómo era mi caso y  que ya no volvería a caminar.
Una señora un poco mayor, me dijo: “Ay querido, no digas eso. Nunca hay que ser negativo. Fíjate en mí que cuando me accidenté no podía caminar y ahora después de muchos años y mucho esfuerzo lo hago con muletas”.
“Es que depende de cada lesión", le respondí. "Te felicito y te admiro por tu evolución pero en mi caso la lesión es completa y no hay manera de revertirlo”
“Ay, no, no, no. Tenés que tener fe”, me dijo.
La conversación siguió un poco más, creo. Yo me fui para la habitación. Estaba un poco disgustado. Siempre consideré que tendía a ver el vaso lleno. Me parece que soy un tipo que tiene fe. “Tu siempre positivo” como diría Van Gal. Recordaba viejas charlas con amigos en las que discutíamos y me quedaba con vergüenza por tener una postura que rayaba en lo inocente de tan positivo que era. Y esta tipa me estaba retando porque pensaba que no iba a volver a caminar.

Conocí un muchacho en el hospital que se “mataba” en su horario en el gimnasio. Cuando era el momento en que todos descansábamos, él se ponía los bitutores y no dejaba rincón del hospital sin recorrer. Su mujer atrás, siempre siguiéndolo con la silla, para ayudarlo. Cuando lo querías ubicar sabías que estaba en el gimnasio o en las rampas. Pero no evolucionaba. No había ninguna mejoría en lo que al estado de su lesión se tratara. Él lo sabía, los médicos se lo decían. Pero tengo la sensación que negaba la situación. Es más ya tiene el alta y me lo imagino en su casa todo el día dando saltitos.

Otro que decía no saber cuál era su lesión. Que la doctora no sabía decirle el grado de lesión. Nada de lo que hacía en el hospital le iba a servir. Despotricaba siempre contra el que tuvo el accidente de tráfico. Hasta dejaba que su anciana madre todas las tardes le pusiera las medias porque creía sentir los pies fríos. “¿Tenés sensibilidad en las piernas?”, le preguntaba. Me contestaba que a veces sentía un hormigueo. Que eso lo tenemos todos, le respondía. “Pero el mío es distinto y voy a volver a caminar”.

También estaban los que depositaban su fe en Dios y no paraban de rezar. Y los que esperaban los resultados del estudio de hormonas de crecimiento. Los que buscaban cómo meterse en los experimentos de células madre.

Todo es válido. Todo puede funcionar. Todo genera expectación. Todo crea esperanza. Todo ilumina la visión.

Pero yo sigo pensando que hoy por hoy, no voy a volver a caminar. ¿Y por qué tendría que volver a caminar?

Las cosas son como son. No podemos revertir situaciones irreversibles hasta el momento. ¿Tenemos que intentar arreglar la situación? Claro que si, siempre. ¿Debemos esperar que las investigaciones avancen? Por supuesto y debemos probar. ¿Hay que rezar? Cada uno a su Dios. 
Pero tenemos que mirar siempre para adelante desde donde estás parado (un poco irónico, ¿no?). Es indispensable invertir el tiempo en seguir haciendo lo que hacías antes de tu lesión y más. Estudiar, leer, expresarte artísticamente, trabajar, conocer cosas, lugares y personas.

Tenemos que comenzar a dar nuestras flores más hermosas, ahora.
Acaso ¿para qué se podan los rosales en invierno?

Esa es mi fe. 

2 comentarios:

Silvita dijo...

Con este no puedo dejar de escribir algo.
Juntémonos pronto, quiero que Edu conozca esa fe.
Y quiero conocer al nuevo amigo que a aparecido tras la última poda, o a la parte de él que estaba más oculta quizá.
Te quiero loco.

horacio novello dijo...

Vamos a juntarnos pronto. Prometido. Pero tené en cuenta que no todo es perfecto. A todos no nos duelen de la misma forma las cosas. Y que todo lleva su tiempo.
Me va a encantar conocer a Edu y compadecerlo pero por la novia que se encontró.
En cuanto a mi. Tené en cuenta que sigo siendo el mismo boludo de siempre, eh?
Yo también te quiero mucho.