martes, 20 de diciembre de 2011

En el gimnasio


Para la mayoría de la gente esto es lo fundamental para la rehabilitación. Digo la gente y no puntualizo solo a los pacientes. Muchos médicos, enfermeros, auxiliares, celadores además de los familiares también lo piensan así. Me consta que muchos médicos basan la fecha de alta en función del estado de su evolución en el gimnasio. Además el día que hay que hacer alguna prueba en el laboratorio o en rayos o cualquier otro estudio y se solapa con el horario del gimnasio, es un motivo de queja.

Es impresionante reconocer cómo todos, día a día, evolucionamos en la convivencia con la lesión. Un día ves que a tus compañeros los tienen que ayudar los celadores para que se recuesten en la camilla del gimnasio. Y de pronto al otro día los ves transferirse, con un poco de miedo, pero solitos. Otros, pasan de la silla a los bi-tutores que te ayudan a ponerte de pie en las paralelas. Esas barras que son el preámbulo a la salida con los andadores. Te la pasás avanzando despacito y según la lesión que tenés lo haces pierna por pierna o a los saltitos como los gorriones.

Primero te movilizan. Y ahí van los fisios moviendo extremidades de un lado para otro. Después pesas. Y aprendés de bíceps, tríceps, deltoides y demás músculos que para algunos que siempre fuimos un poco vagos en las lides del desarrollo físico nos duelen las “agujetas”.

Y después viene lo más particular. Según la lesión, según el grado, según las posibilidades, según las expectativas. Y también según el fisio.
Hay días que no ves a alguien en el gimnasio y te preocupás. Al otro día te enterás que estuvo con algún problema. “Uy! ayer fue el día del Dulcolaxo y además la fruta estaba un poco verde….” Eso significaba todo el día en cama. A veces charlabas con el que no viste y te contaba que estaba un poco bajoneado. Te enterabas de sus problemas. Pero una vez hecha la “terapia” común ya estábamos de nuevo haciendo pesas.
Había muchos en las bicis fijas, haciendo cola para pedalear e ir a ningún lado pero que ayudaban a la movilización de las “patitas”. Otros iban al “robocop”. Una máquina que te hace caminar por una cinta. Y los que no eran “totales” o tenían muchos espasmos iban a la piscina.

Por las tardes era todo un poco más relajado para los “totales”. Pero los que sabían que todo dependía de su esfuerzo se mataban yendo por los pasillos dando pasitos con los andadores y sus mujeres atrás con la silla, esperando para asistir al cansancio. Veías sus caras, su sudor, su frustración y su obsesión en algunos casos. Para muchos servía. Podías ser testigo de eso. Todos eran ejemplo y te invitaban a esforzarte. Porque podía haber recompensa


Otros iban y venían por las rampas. Cuando unos bajaban les hacíamos bromas a los que subían “no seas tonto, es más fácil para el otro lado”. Todos nos reíamos a pesar de los dolores que teníamos en los brazos, en los hombros y en el alma.








A manera de addendum: Para el que quiera conocer un poco más lo que llamamos "robocop", pueden entrar en este enlace:


http://www.infomedula.org/index.php?option=com_content&view=article&id=829%3Aun-robot-que-simula-la-marcha-humana-demuestra-su-eficacia-en-el-hospital-de-paraplejicos-&catid=35%3Ahospital&lang=es

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