Hay un mito urbano que circula por doquier en el cual se
dice que una persona a la que le amputaron
una pierna asegura que de vez en cuando le pica el dedo gordo fantasma. No es
un mito. Es una realidad.
Yo no tengo ningún miembro amputado. Tengo una
insensibilidad total desde más o menos donde comienza el ombligo y baja hasta
el sur plantar. No dejo de tener sensaciones. Si bien no son picazones del dedo algunas pueden llegar a tener que ver con sensaciones
de esfínter a punto de estallar que no dejarían de preocupar a cualquiera en una situación de
normalidad. Y estas pueden durar horas. Otras veces también tengo la sensación de frío que me recorre por toda la pierna y es
como si se me pusiera la piel de gallina. Qué se yo…
Otro síntoma raro. Movimientos que hago algunas veces
provocados y otras involuntarios. Los espasmos. Si toco en el punto exacto y
dependiendo de la postura, soy capaz de flexionar cualquiera de las dos piernas
dejando con la boca abierta a cualquiera que sepa que no muevo voluntariamente
las piernas.
Estos síntomas y otros (mareos, cefaleas raras, flashes de brillantes
lucecitas y varios etcéteras más), cada vez que se los planteaba a los médicos siempre
obtenía la misma respuesta: “son motivados por la lesión”. Respuesta evidente
que traducida vendría a ser algo así como “bienvenido al mundo de las lesiones
medulares, aguantate y jodete”
Recuerdo que el principio de solución a mis problemas de sensibilidad me
la dio un cura. Un día charlábamos con William, un misionero jesuita que
siempre andaba por el hospital, sobre la importancia o no de hacerle caso a lo
que sentíamos. Yo creo que en ese momento él me hablaba de su relación con Dios
pero unos minutos después de acabada la charla hice la siguiente traslación lógica:
“si tengo unas irrefrenables ganas de mear y en realidad no siento mi vejiga de ninguna manera, quiere
decir que no me estoy meando. Tengo que descartar la sensación de mi cabeza e ignorarla”. Aplicar este
descubrimiento me valió el relacionarme de una forma mucho más satisfactoria con “las nuevas sensaciones” de “mis viejas realidades”.
1 comentario:
Poco a poco sabrás más hasta sentirte cómodo en tu "nuevo cuerpo" como cuando uno estrena zapatos que le lleva tiempo a hacerse con ellos.
Necesitas tiempo que es lo que nunca tenemos. Creo que la filosofía del movimiento "slow" tiene mucho que aportarte y aportarnos. Te recomiendo que leas a sus pioneros. MªÁngeles
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