jueves, 10 de mayo de 2012

No va a ser igual que antes


Hoy me desperté soñando.

Estaba en un muelle que tenía una altura inmensa. Se podía ver el mar, islas y demás accidentes geográficos desde una altura de unos cien metros. Las olas eran enormes y sobrepasaban el piso del muelle en dos o tres metros de altura. En medio de una tormenta la gente disfrutaba del golpe de las olas sobre el muelle o sobre las rocas que relucían con tonos más grises que los que tenían esas nubes tan  amenazadoras. Esos tonos de grises contrastaban y hacían que los verdes oscuros de las olas resaltaran más. Y en medio estaba esa costa color amarillo que yo quería fotografiar. La oscuridad cada vez más pronunciada hacía difícil fotografiar sin recurrir a una mayor apertura de diafragma y una menor velocidad. Eso significaba tratar de que la cámara no se moviese mientras sacaba la foto. Por eso intenté apoyarla en una baranda de madera del muelle.


Fue en ese momento en que la ola apareció cubriéndome y yo la enfrenté poniéndome de espaldas. Haciendo un hueco con mi cuerpo protegía a la cámara en mi pecho para que no se mojara. Y así quedé. La sensación era maravillosa parecía estar en una burbuja que me permitía respirar y la vez estar rodeado de agua de colores verdes. Y este instante duraba infinitamente.

La situación era exactamente la misma que sentía cuando era chico y me enfrentaba a las enormes olas en el mar a punto de romper. Me ponía de espaldas y cuando la cresta bajaba cubriéndome se generaba un hueco momentáneo que permitía gritar y solo yo me escuchara. O al menos ese era el efecto que parecía que era.

Y ya despierto comencé a pensar que jamás volvería a vivir y a sentir algo igual. Y seguí pensando que muchas cosas ya no podría volver a hacer. O a sentir. O a vivir.

¡Claro que podrás! Las harás de otra forma, pero las harás. Ese es el pensamiento de la gente que nos quiere y que quiere que sigamos nuestra vida lo más parecida posible. Pero no es así. No es lo mismo. Es imposible volver a sentir las sensaciones que se sienten de correr y saltar sobre las olas del mar.
Esta es la realidad de cualquier parapléjico, paralítico, lisiado o como nos quieran llamar.

Pero nuestra grandeza no reside en volver. Nuestro honor es no intentar en vano. No querer hacer lo mismo para intentar sentir lo mismo. Nuestra dignidad ahora es descubrir otras cosas. Mirar todo desde nuestro nuevo punto de vista y ver los colores donde no los haya para los demás. Ir lentamente con los sentidos que tenemos redescubriendo aromas, texturas, sonidos nuevos. Nuevas formas de comunicarnos. Nuevas formas de hacer las cosas.

Antes nos subíamos a la escalera para colgar el cuadro. Ahora digámosle a los demás cómo hacerlo. Disfrutemos del cuadro colgado por otro. ¡O no lo colguemos! Contemplémoslo ahí en el piso desde nuestra cama o nuestra silla. ¿Por qué deberíamos colgarlo?

Tenemos la posibilidad de nacer nuevamente y poder experimentar otra vez de las cosas pero desde otro punto de vista. Tenemos otra sensibilidad nuestra gloria es utilizarla. No esperemos que nos digan qué deberíamos sentir y qué no. Enseñémosle al mundo cómo es eso de ser iguales pero vivir diferente. No va a ser lo mismo. Será distinto y puede ser mejor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro que la entrada termine así de optimista, no cabe duda que algunas cosas que antes se hacian, las personas con lm no pueden hacerlas ahora, o si, pero de forma diferente.
En la playa donde yo veraneo, (está habilitada 100 % ) y he visto bañarse a lm con una especie de hamaca acuática, donde seguro pueden disfrutar del mar y las olas.
Muchas veces oigo hablar de otra vida despues de la lesión, yo creo que es la misma vida, pero vivida de manera diferente.
Cambian las circunstancias, pero la persona y la vida, siguen siendo igual, aunque en la mayoría de los casos tiene que adaptar la vida que llevaban antes a su nueva situación.
Saludos Horacio.
s

MªÁngeles dijo...

Es verdad, Horacio, que a veces parece que queremos contentaros diciendo "se puede vivir ugual o mejor y se puede seguir llevando la vida de antes". Suena a coba pero no, yo creo en esas posibilidades pues si no, no podría trabajar donde trabajo. Os veo más vivos que a mucha gente que me rodea quejándose todo el día de su mala suerte o infortunio.

Una de mis expacientes, descubrió el fondo marino después de contraer su tetraplejia y ahora no deja de ir a bucear siempre que puede. Su último viaje : MËXICO.

El comentario anterior hace alusión a la posibilidad de bañarse en el mar con sillas adaptadas llamadas "anfibias" que suelen estar al cargo de los puestos de Cruz Roja o protección Civil al menos en las costas españolas.
Claro que no es lo mismo de antes pero permite seguir aproximándose lo más posible y sentirse mojado o salpicado por el agua o las olas.